Händel:
Música acuática
Rameau:
Les Boréades
Director musical
Fabio Biondi
Orquestra de la Comunitat Valenciana
De ríos y vientos. La música en el teatro de la naturaleza.
En dos fechas tan distantes como 1717 y 1764, y en dos entornos tan distintos como la corte inglesa y los teatros de París, fueron concebidas las dos obras programadas en este concierto: Water Music, de Georg Friedrich Händel y Les Boréades, de Jean Philippe Rameau. Esta última en forma de suite de aires y danzas, dado que la obra original es una ópera.
Puede decirse que estamos ante dos ejemplos de música teatral, por más que la obra händeliana fuera concebida para ser escuchada en el incomparable escenario de un paseo en barca con las riberas del Támesis como tapiz escenográfico, y la ópera de Rameau naciera para poner voz -auxiliada por los inesperados efectos sonoros tan del gusto barroco- a los telones pintados, el fasto de los trajes y las luminarias de un teatro al uso.
Händel, a la sazón compositor de corte del primer monarca Windsor procedente de la casa de Hannover, crea su suite acuática por expreso deseo de un Jorge I en pésima valoración entre sus súbditos más inmediatos y, por supuesto, su nuevo pueblo. Para un monarca inglés que no hablaba inglés, el lenguaje universalizador de la música y el británico escenario del río Támesis serían un vehículo propagandístico eficaz. Water Music, tres suites de piezas cortas interpretadas por 50 músicos sobre una barca surcando las aguas en paralelo a la falúa real, nacía como una clarividente invención del incipiente pintoresquismo estético dieciochesco coloreado de oboes, flautas, traveseras, trompas, trompetas y fagotes pintando sobre el lienzo de las cuerdas, en un conjunto cosmopolita de ritmos de variadas procedencias nacionales e, incluso, distintas asignaciones sociales: el minuet y la bourrée de Francia, uno cortesano y la otra popular; la sincopada hornpipe, danza del pueblo de las islas británicas, o la giga, la zarabanda y el rigodón. Un canto a lo sublime en la conjunción inexplicable de sonidos, esencias silvestres, gotas de agua y naturaleza de las orillas.
Muchos años después, en París, Jean Philippe Rameau crearía su última tragédie en musique en 1763, Les Boréades, en la que el frío viento del norte, la luz, la oscuridad y las tempestades, son el protagonista y los actores necesarios en un drama de la realeza dominada por humanas pasiones y por las apabullantes fuerzas de una naturaleza que se reinterpreta en la riqueza de ritmos y timbres de una orquesta protagonista, por encima de lo vocal, en la ópera barroca francesa.
En virtud de esa importancia, y ya desde tiempos de Rameau, era práctica común la reunión en suites orquestales del material instrumental más destacable de sus tragedias líricas, siendo la nueva obra resultante de validez autónoma y ofreciendo condensadas todas las esencias originales. Obra adscrita a un barroco crepuscular, pero llena por su cronología del novedoso espíritu del Siglo de las Luces, en Les Boréades el viento y la calma toman prestadas las voces de trompas y clarinetes sonando a la par, mientras que el viento furioso y sibilino nace de las nerviosas cuerdas, eco del ya por entonces viejo Vivaldi, cuya obra sin duda conocía Rameau desde que se publicara en París en 1728.
Les Boréades quedaría sin estrenar por la coincidencia de la muerte de Rameau y sumida en el olvido hasta 1963. No fue hasta 1975 cuando se interpretó completa.
Anselmo Alonso Soriano