Cómo han influido Escocia y Walter Scott en el universo operístico

Escocia, musa de Walter Scott y de algunas de las óperas más apasionantes

Desde lo alto del monumento a Walter Scott podemos disfrutar de la espectacular vista de Edimburgo. La ciudad devuelve así el tributo a uno de los escritores británicos más prolíficos del Romanticismo. Las inconfundibles estampas verdes, las colinas de cuento o los castillos que dibujan el paisaje escocés se intercalan en sus novelas con tanto carisma como el de sus personajes.

A su vez, los relatos que moldea el autor han inspirado a lo largo de la historia las óperas más reconocidas. Lucia di Lammermoor, de Donizetti, es el ejemplo por excelencia. Por cierto, Donizetti también adaptó Kenilworth a una ópera denominada Il Castello di Kenilworth. Aunque existen otros casos que también veremos a continuación.

Lucia di Lammermoor entre tormentas y torres en ruinas

El compositor italiano llevó al escenario un drama basado en el libro de Scott The Bride of Lammermoor. Las estruendosas tormentas sobre páramos en los que el viento sopla con violencia son una metáfora del estado de la protagonista. Lucia asesina a su marido en la noche de bodas. Lo hace presa de la locura. Ella, en realidad, ama a Edgardo, quien termina apuñalándose cuando es consciente de que la chica murió.

De Lammermoor al lago Katrine

En este melodrama de desdichas e infortunios vemos figuras sobre colinas escarpadas y torres en ruinas. Forman el escaparate perfecto para almas atormentadas ilustrando el dolor que siente la joven Lucia. Ella no es la única mujer protagonista en las obras de Walter Scott.

En el poema narrativo La dama del lago, sin embargo, no está claro si la fémina es humana. Lo que parece evidente es que la envuelve una gran belleza que también ha traspasado las páginas para asentarse en los escenarios operísticos.

Rossini adaptó esta obra en 1819, nueve años después de publicarse. El compositor italiano se fijó en la leyenda del lago Katrine que inspiró a Scott para firmar este título. Esta masa de agua dulce se emplaza en pleno corazón verde del Parque Nacional de los Trossachs. Fue precisamente en ese año, 1819, cuando Scott dejó de escribir sobre Escocia con Ivanhoe, que también contó con diversas versiones operísticas como Il Templario, de Otto Nicolai.

Seguimos con otra mujer, La linda doncella de Perth. Esta novela ambientada en la batalla de North Inch transcurre en una de las ciudades con más encanto del país. También aparecen otras partes de Escocia en las que se fijó el mismísimo Bizet para dotar de música a esta singular obra.

Mendelssohn, fiel lector de Scott

La literatura de Scott no solo ha servido para que sus relatos tomen forma sobre las tablas. También ha sido musa de compositores relevantes, quienes, captando su esencia, elaboraron otras piezas apasionantes.

En este grupo tenemos a Mendelssohn, quien viajó hasta Escocia para respirar en los paisajes que Scott describe en sus relatos. ¿El resultado? Podemos escucharlo en su Sinfonía número 3 en la menor, en la que el músico nos transporta a las nieblas y paisajes verdes escoceses.

Como vemos, Walter Scott y Escocia han sido claves para el éxito y el carisma de algunas de las óperas más populares de la historia.

Fuente de la imagen: © Efraimstochter – www.pixabay.com


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