ACTO I
Tristan, sobrino y leal súbdito del rey Marke, viaja de Irlanda a
Cornualles, en la costa inglesa. A bordo de su barco escolta a la
prometida de su tío, la princesa irlandesa Isolda. La travesía
transcurre en un clima asfixiante para ella ante la incertidumbre
que le depara su matrimonio con un hombre maduro al que no ama y ni
siquiera conoce. Siente deseos de que la nave se hunda y no llegue
nunca a Cornualles. Su doncella Brangäne intenta calmarla sin
éxito.
En la cubierta, próximo a los aposentos de Isolde, se halla Tristan
acompañado por Kurwenal, su hombre de confianza. Isolde reclama a
través de su dama de compañía la presencia de Tristan. Éste se
niega a acudir y responde con evasivas. Además, Kurwenal despide a
Brangäne con impertinentes. Isolde, que lo ha oído todo, se
enfurece. Ya más tranquila, relata a Brangäne cómo conoció al
caballero que ahora la evita: en cierta ocasión ella le salvó la
vida al curar sus graves heridas de guerra, gracias al uso de
filtros milagrosos que le había enseñado a preparar su madre.
Mientras Tristan aún se recuperaba, Isolde averiguó que tenía ante
sí al asesino de su prometido Morold. Entonces quiso matarlo, pero
al verle abrir los ojos, malherido, tumbado en su lecho, un extraño
sentimiento de amor y de odio al mismo tiempo se apoderó de ella, y
fue incapaz de hacerlo. Tras su convalecencia, él le juró que
siempre le mostraría agradecimiento por sus cuidados. Sin embargo,
lo que ha hecho es ofrecerla a su tío como esposa.
Brangäne intenta convencer a su señora de que desposarse con un rey
no es precisamente ninguna deshonra. La visión de Isolde es bien
distinta: Tristan no sólo no le ha manifestado amor alguno, sino
que además la ha ofendido durante el viaje. Dispuesta a acabar con
su infortunio, solicita a Brangäne que, del cofre donde guarda los
filtros de su madre, coja el de la muerte. Kurwenal irrumpe en la
tienda para avisar a las mujeres de que estén listas para
desembarcar. Isolde exige que Tristan venga a disculparse, o de lo
contario se niega a presentarse ante el rey Marke. Recibido el
recado, Tristan no tiene más remedio que acudir a la llamada de la
princesa. Ella, tras mostrarle sus reproches y resentimientos por
haber dado muerte a su prometido Morold, le propone hacer las paces
y brindar por la amistad. Isolde ofrece a Tristan la copa que le ha
preparado Brangäne, con intención de acabar con su vida. A
continuación bebe ella también. Pero en lugar de la muerte para
ambos que esperaba Isolde tras la ingesta del brebaje, lo que
ocurre es que entre ellos se produce una incontenible atracción que
los hace fundirse en un apasionado abrazo, fruto del filtro amoroso
que Brangäne ha vertido sobre la copa, en lugar del veneno mortal
que le había ordenado Isolde. Las voces de los marineros anuncian
el desembarco en Cornualles.
ACTO
II
Jardín próximo al castillo del rey Marke. Isolde aguarda impaciente
el encuentro con Tristan, aprovechando que el rey ha salido
repentinamente de caza. Brangäne, advierte a su señora de que
Melot, caballero de Marke, está al acecho con el propósito de
descubrir a los amantes. Isolde resta importancia a estas sospechas
porque considera a Melot un fiel amigo de Tristan, y pide a
Brangäne que apague la antorcha en señal de que no hay nadie más
por el lugar y su amado ya pueda acercarse. La doncella, temerosa
de que el idilio se descubra, se resiste a extinguir la llama y se
lamenta de ser la responsable de la descontrolada pasión amorosa
que agita los corazones de Tristan e Isolde. Entonces Isolde,
reacia a perder tiempo en discusiones, apaga la antorcha y pide a
Brangäne que se limite a velar por la seguridad de su cita
secreta.
Tristan se aproxima emocionado. El encuentro amoroso transcurre en
un ambiente ensoñador, propiciado por la mágica oscuridad de la
noche y el manto del bosque, que abrigan un amor clandestino e
imposible. Los amantes se sienten extasiados y no desean separarse,
a pesar de las advertencias de la cauta Brangäne sobre el peligro
que les amenaza. El clima idílico del momento se enturbia al
aparecer súbitamente Kurwenal para avisar a Tristan de que el rey y
su séquito se acercan. Aunque de nada sirve ya. Melot, seguido de
Marke, sorprende a los amantes. El rey no comprende la traición de
su fiel Tristan, pues fue él mismo quien le propuso a Isolde como
esposa. Tristan, sin dar explicación alguna, pregunta a Isolde si
está dispuesta a seguirle, a lo que ella responde
incondicionalmente que sí. Esto enciende los celos de Melot,
secretamente enamorado de Isolde, lo que le empuja a desenvainar su
espada contra Tristan. Los dos caballeros se enfrentan. Tristan
deja caer su arma y cae herido en los brazos de Kurwenal. Marke
detiene a Melot.
ACTO III
Castillo de Tristan sobre un acantilado, en Kareol. Herido de
gravedad y atendido por su fiel Kurwenal, Tristan aguarda
desesperado la llegada de Isolde, la única que podrá obrar de nuevo
el milagro de sanarle con sus ungüentos mágicos. La espera se hace
interminable y la fiebre le provoca desmayos y delirio. Un pastor
anuncia por fin la aproximación del navío de Isolde. Tristan,
emocionado, se incorpora para acudir a su encuentro. Mas tan solo
le queda aliento para pronunciar el nombre de su amada y morir en
sus brazos. Otro barco que seguía al de Isolde arriba al castillo.
En él viene el rey Marke con su séquito dispuesto a bendecir la
unión de Tristan e Isolde, una vez que Brangäne le ha relatado la
trama del filtro amoroso. Ignorando el buen propósito de la visita
real, Kurwenal, destrozado por la muerte de Tristan, se abalanza
sobre Melot y lo mata. Él también muere en el enfrentamiento.
Isolde, ajena a todo lo ocurrido a su alrededor, permanece
extasiada ante el cuerpo de su amado. Liebestod. Tras
contemplarlo serenamente, cae muerta, como transfigurada, sobre
Tristan.