Patio trasero del palacio real de Micenas. Las sirvientas
comentan la extraña y hosca conducta de Electra, hija de Agamenón,
que ha dejado el hogar familiar tras la muerte de éste para vivir
su dolor al margen de todos, rechazando el contacto humano. Cuando
queda a solas, Electra expone el objetivo de su existencia: vengar
a su padre, asesinado por su esposa Clitemnestra y su amante Egisto
a su regreso de la guerra de Troya. Para ello confía en su hermano
Orestes, que permanece desaparecido y al que espera para que le
ayude a consumar sus deseos.
Aparece Crisotemis, la hermana pequeña de Electra, que intenta
prevenirla frente al plan de su madre y su amante: encerrarla para
evitar su actitud acusadora. Resignada ante la muerte de su padre,
Crisotemis sólo desea poder llevar una vida normal, unirse a un
hombre y tener hijos. Implora a Electra que desista de su actitud y
vuelve al palacio tras prevenirla contra su madre, que se encuentra
muy alterada por un sueño que la atormenta.
Pálida y enjoyada, Clitemnestra hace su aparición. La reina mira
con desconfianza a su hija, pero insiste en quedarse a solas con
ella y le hace partícipe de sus pesadillas, que minan su
existencia. Electra le aconseja que realice un sacrificio humano
para terminar con su tormento, y describe con delectación que ese
sacrificio tiene que ser la muerte de la propia Clitemnestra, a
manos de Orestes. La aterrada mujer queda inmovilizada por el
pánico, pero cambia de actitud cuando su dama de confianza aparece
y le susurra algo al oído. Entonces ordena iluminar el palacio y
abandona el patio con gesto triunfante.
Un grito desgarrador saca a Electra de su confusión: es
Crisotemis, que anuncia a Electra la muerte de Orestes, pisoteado
por sus caballos. Electra pasa de la desesperación inicial a
decidir que ambas tienen que ser las vengadoras de Agamenón, e
intenta en vano que su hermana se una a sus propósitos, quedando
abatida y sola.
Un joven aparece en el patio y manifiesta su deseo de ver a la
reina. Electra lo recibe con desconfianza, pero él le confiesa que
Orestes está vivo, y acaba por mostrarse como su hermano, que viene
a vengar a su padre. Ella le insta a consumar su propósito, y poco
después se escucha el grito que anuncia la muerte de Clitemnestra a
sus manos.
El patio queda oscuro y en silencio. Egisto llega y se sorprende
cuando ve la actitud conciliadora de Electra, que le alumbra el
camino y le apremia a entrar en palacio para que pueda celebrar la
muerte de Orestes. Tras cruzar la puerta, se oyen sus gritos de
socorro mientras es asesinado.
Crisotemis llega gozosa: su hermano está vivo y los asesinos
muertos. Insta a Electra a unirse a la celebración, pero ésta se
entrega a una danza de salvaje felicidad y cae muerta ante sus
ojos.